
Women Engage for a Common Future (WECF International) se dedica a la promoción de políticas y ofrece apoyo práctico a cooperativas sostenibles y con perspectiva de género en 70 países. Hemos hablado con su directora ejecutiva, Sasha Gabizon, sobre el modelo cooperativo y sus beneficios para las mujeres de los distintos sectores, sobre cómo mejora sus derechos y su acceso a financiación y sobre cómo se refleja todo ello en el refuerzo y aceleración de los ODS.
ACI: Usted es la directora ejecutiva de Women Engage for a Common Future. ¿Qué puede contarnos sobre el trabajo que hacen?
Sasha Gabizon: Somos una red internacional eco-feminista. Tenemos socios que son organizaciones feministas y que trabajan en cuestiones climáticas, y juntos estamos presentes en más de 70 países. Conocemos bien a la ACI porque nos movemos en espacios políticos similares por el desarrollo sostenible y la justicia de género. Hacemos mucha promoción y análisis de políticas y usamos los Objetivos de Desarrollo Sostenible como directrices y aspiraciones de lo que buscamos lograr. Pero también hacemos mucho trabajo práctico. Apoyamos a organizaciones locales en la creación de alternativas sostenibles y con equilibrio de género, lo que puede incluir la formación de cooperativas. También contamos con oficinas en varios países de Europa, desde donde prestamos apoyo a la red mundial. Tenemos una oficina en Holanda, nuestra oficina más antigua (acabamos de cumplir 30 años), y también en Alemania, Francia y Georgia.
ACI: ¿En qué percibe la actividad cooperativa a la hora de llevar a cabo su trabajo, y cómo cree que ayuda la alianza con la ACI?
SG: Todos vemos que existe un problema real con el sistema y creemos que los modelos con mayor justicia social, como el modelo cooperativo, son mucho más sostenibles, inclusivos y eficientes, porque no hace falta pagar beneficios elevados a accionistas y es más democrático. Yo creo que eso es probablemente lo más importante porque, como ahora vemos, tener gobiernos que están muy influenciados por milmillonarios de alto valor no es lo más democrático, claro. Es mucho mejor un modelo cooperativo al que poder afiliarse y, entre todos, invertir en el desarrollo de negocios sostenibles. Por eso siempre hemos apoyado tanto a las cooperativas, y también queremos promover el modelo cooperativo entre nuestras socias.
Por ejemplo, trabajamos con muchas mujeres que forman parte de cooperativas agrícolas (tanto femeninas como mixtas) o que están creando cooperativas de energía renovable como modelo para la transición energética. Vemos que el umbral para participar en la economía social es mucho más bajo cuando se accede a través del modelo cooperativo, especialmente para las mujeres, que a menudo tienen menos acceso a financiación y capital. Para una mujer es más sencillo dar el paso de hacerse miembro de una cooperativa que accionista de una gran empresa. Se trata de un modelo que ha demostrado su gran importancia, pero creo que sigue faltando apoyo político [y] de verdad tenemos que luchar para asegurarnos de que el modelo cooperativo se percibe como la mejor alternativa probable para el desarrollo sostenible en todo el mundo.
ACI: ¿Nos puede dar ejemplos de cooperativas con las que haya trabajado que de verdad hayan marcado una diferencia para las mujeres y sus comunidades?
SG: Por supuesto. Estamos trabajando con la Organización de Mujeres Rurales de Uganda, que apoya a las agricultoras. El principal problema al que se enfrentan es la defensa de los derechos de las mujeres y el control de la tierra. Deben buscar soluciones a los casos en los que, incluso tras haber heredado el suelo, se lo arrebatan sus familiares varones. Conseguir otorgar el control y los derechos de propiedad sobre un terreno a una mujer agricultora suele ser más complicado que si se organiza a través de una cooperativa; de esta manera, se tiene más apoyo y seguridad, así como control sobre los ingresos y las inversiones. Muchas agricultoras de Uganda no tenían ahorros, ni siquiera una cuenta bancaria. Ahora es cada vez más fácil, porque tenemos a Safaricom y otros servicios bancarios en línea que permiten ahorrar hasta 1 000 USD. Pero incluso esta solución no deja de ser un acceso limitado a las fuentes de financiación. A través de las cooperativas, se puede organizar el acceso a bancos y préstamos y, de hecho, la base de muchas cooperativas agrícolas ha sido la vertiente de préstamos y ahorros, porque esa era siempre la principal problemática de las agricultoras. Hemos incorporado formación y algunas inversiones en energías renovables, como paneles solares para tener electricidad gratuita, lo que ha supuesto también un gran empujón, porque es indispensable acceder a Internet y a la información del mercado. Hemos invertido unos 8 000 $ en total en los paneles solares, y con eso basta para abastecer a la cooperativa y para que todas las mujeres de la comunidad puedan venir a cargar sus teléfonos móviles y acceder a Internet. También hemos trabajado con ellas para reducir la compra de pesticidas tóxicos, que no solo tienen un coste financiero, sino también para la salud de las personas.
ACI: ¿En qué percibe que el modelo cooperativo, como ecosistema de cohesión, acelera los Objetivos de Desarrollo Sostenible (no solo el ODS 5, sino todos ellos)?
SG: Las cooperativas operan en muchos sectores distintos. Los ODS abordan la energía, el consumo y la producción sostenibles, la agricultura y la lucha contra el hambre. Tratan la cuestión del agua y el saneamiento, el trabajo digno y el desarrollo económico. En todas estas áreas, el modelo cooperativo puede llevar la delantera y ayudar a acelerar su consecución.
Estamos siendo testigos de un efecto reaccionario de los movimientos de extrema derecha que están gobernando en varios países, incluyendo el mío, Holanda, donde a la sociedad civil se le está recortando la financiación para la cooperación al desarrollo, y donde los gobiernos dicen que la única solución radica en las empresas. Y ahí, una vez más, decimos: «sí, pero también existen empresas sociales y responsables, existe el modelo cooperativo, que puede ayudar a alcanzar estos objetivos de desarrollo sostenible».
Considero que [para el ODS 5] en muchos países seguimos viendo desigualdad en el número de mujeres miembros de cooperativas, especialmente en espacios más técnicos como la energía renovable, y también faltan mujeres en puestos de liderazgo, en la dirección o en los consejos de administración. Por otro lado, podemos apreciar muchos avances en este aspecto: tengo colegas que están trabajando con cooperativas europeas de energía renovable para abordar estas cuestiones, y obviamente también hay que colaborar con los gobiernos locales y nacionales, porque gran parte del problema comienza en la escuela y en el sistema educativo.
ACI: El 8 de marzo es el Día Internacional de la Mujer y en 2025 el tema ha sido «Acelerar la acción». ¿Qué significa para usted?
SG: En estos momentos sabemos que nos quedan al menos 150 años para alcanzar la equidad de género si seguimos a este ritmo, por lo que hay que tomar medidas que aceleren la igualdad en todas las áreas de la sociedad, incluyendo el sector económico. Observamos incluso cierto retroceso, menos mujeres en los gobiernos, así que tenemos que hacer un esfuerzo adicional no solo para detenerlo, sino para acelerar de verdad el progreso hacia la equidad de género. Contamos con numerosos instrumentos y herramientas de las que nos podemos servir, no solo a través de la educación y la formación, sino también en la forma de organizar una cooperativa, por ejemplo. ¿Quieres tener una cooperativa donde haya equidad de género? ¿Quieres que ese sea el objetivo? ¿Quieres tener mujeres, hombres y personas con diversidad de género en el consejo o en los equipos de dirección? Entonces, así es como debes dirigirte a tus posibles clientes, esta es la forma de trabajar con socios y colaboradores. ¿Puedes conseguir que haya un cambio en este sentido? Quizá puedas poner en marcha una estrategia concreta para involucrar a más mujeres en las distintas fases de la cadena de valor, por ejemplo. Por tanto, hay muchas posibilidades y también hay mucho camino recorrido. Pero podemos seguir avanzando.
ACI: Participaste en la Cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer en Beijing en 1995. Este año se cumplen 30 años de la Declaración y Plataforma de Acción de Beijing, en la que se promovía la equidad de género y el empoderamiento de las mujeres. ¿Qué progreso has observado desde entonces?
SG: No vivimos tiempos fáciles, pero por supuesto que ha habido un gran avance. Y gran parte de ese avance ha sido gracias a la mejora de las políticas en las que hemos trabajado codo con codo con el movimiento cooperativo y grupos de la sociedad civil, así como sindicatos y otros. Para mí, los cambios más importantes los hemos visto en países como Kenia, donde han hecho de la equidad de género uno de los principios básicos de la constitución. O en Francia, donde el derecho a la interrupción legal y segura del embarazo ahora también forma parte de la constitución. Este tipo de adelantos son más difíciles de tumbar, porque cuando ya están en la constitución, son mucho más poderosos. También hemos observado magníficos avances en los derechos de propiedad de las agricultoras, así como en la regulación y legislación de los modelos cooperativos y de la sociedad civil, que hace 30 años ni siquiera existían en todos los países.
Todo esto, en realidad, se lo debemos a este proceso que arrancó hace 30 años en Beijing, donde por primera vez todos los países miembros de la ONU se pusieron de acuerdo en este plan tan ambicioso.
No obstante, estamos viendo un gran retroceso en algunos países en los que, por ejemplo, se está prohibiendo la sociedad civil. Es el caso de Georgia, donde tenemos una oficina. Allí, el gobierno prorruso ha emprendido medidas encaminadas a cerrar las organizaciones de la sociedad civil.
Puedes conseguir mejoras económicas para las mujeres, como acceso a cuentas bancarias y derechos de propiedad sobre la tierra, pero si no abordas también las barreras subyacentes y los estereotipos o la discriminación, no llegarás muy lejos y no será duradero. Hay que seguir haciendo presión por los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres y por su autonomía física, para que puedan planificar el tamaño de sus familias, tener acceso a anticonceptivos y erradicar el matrimonio infantil. Todo este trabajo debe hacerse en paralelo; si no, nada será sostenible.
Así que, en mi opinión, tenemos la suerte de haber visto un gran progreso en muchos países del mundo y, aunque hay algunos retrocediendo, seguimos en pie y resistiendo.
ACI: ¿Cuáles son, desde tu punto de vista, las cuestiones más urgentes, y cómo pueden ayudar las cooperativas?
SG: Creo que a menudo las barreras estructurales son invisibles, por lo que incluso para las cooperativas es útil hacer un análisis de equidad de género en su organización y revisar sus prácticas. ¿Existen barreras estructurales subyacentes de las que no somos conscientes? Por ejemplo, visité unas cooperativas florales en Kenia que habían sufrido una enorme transformación gracias a la creación de un comité de equidad de género que tenía un protocolo de denuncias y actuación inmediata en caso de violencia sexual y de género. Al tomar estas medidas y crear el comité de género, con mujeres en los puestos de dirección, la organización dio un cambio extraordinario.
La violencia sexual y de género en el trabajo es un gran tabú, vimos con el movimiento Me Toó que sucede en todas partes, en Europa, en los EE. UU., en las universidades y en las empresas, en los gobiernos, y es imprescindible hablar de ello y convertirlo en objeto de debate para poder hacer cambios positivos que beneficien a la cooperativa.
ACI: El tema para el Año Internacional de las Cooperativas 2025 es «Las cooperativas construyen un mundo mejor». En tu experiencia, ¿cómo contribuyen a ello las cooperativas?
SG: Hay cooperativas de todos los tamaños y formas y no todas se centran en el desarrollo sostenible. Por ejemplo, yo vengo de un país donde hay grandes cooperativas lácteas o bancarias, que en el fondo no suelen ser muy respetuosas con el medio ambiente y el clima, y tampoco especialmente sostenibles. Pero considero que el movimiento cooperativo ha hecho mucho más que la empresa convencional. Hay muy buenas prácticas y gran cantidad de casos reales que lo demuestran, y creo que una parte importante del trabajo de la ACI es compartir lo que ha hecho para que otras personas puedan aprender y mejorar. Se están realizando una gran labor, pero aún queda mucho trabajo por delante.