Los miembros fundadores de la ACI recuerdan su papel en la creación de un organismo federativo global para las cooperativas

15 Dec 2020

En el primer Congreso Cooperativo Mundial celebrado en Londres en 1895 participaron delegados de varios países. Cooperativistas de países como Alemania, Argentina, Australia, Bélgica, Dinamarca, Estados Unidos, Francia, Holanda, India, Inglaterra, Italia, Serbia o Suiza, viajaron al Reino Unido para participar en un momento histórico del movimiento cooperativo global. En 2020, la ACI celebra su 125 aniversario y, para celebrarlo, ha recopilado declaraciones de cooperativistas actuales de algunos de los países que enviaron delegados a aquel primer congreso de la ACI.

«La participación belga en el congreso de fundación era evidente. El movimiento cooperativo que representa hoy en día FEBECOOP estaba convencido desde el principio de la importancia de crear un movimiento internacional. Aquellos pioneros estaban convencidos de que las dificultades del cambio social solo podrían superarse con un movimiento de solidaridad que se extendiese más allá de las fronteras», indicó Jacques Debry, director ejecutivo de FEBECOOP.

Actualmente, las cooperativas belgas consideran que la ACI desempeña una función de representación global y es un lugar de intercambio y un organismo regulador que vela por los principios cooperativos.

«El movimiento cooperativo debe atravesar las fronteras nacionales y establecerse como una fuerza global, internacional. Para ello, es necesario contar con una representación sólida, a través de una estructura como la de la ACI, que ha demostrado ser un organismo extremadamente resistente», añadió el Sr. Debry.

En un artículo en el que se explica la relación a lo largo de los años entre el movimiento cooperativo belga y la ACI, el Sr. Debry felicitaba al organismo federativo por su longevidad y por su capacidad para adaptarse a los cambios globales, por haber logrado sobrevivir a dos guerras mundiales, a la Guerra Fría y a los recientes desafíos que llegan de la mano de la globalización. Además, añadió el Sr. Debry, la ACI representa el movimiento cooperativo en las Naciones Unidas, es una plataforma en la que los miembros pueden intercambiar ideas y funciona como organismo regulador para garantizar la aplicación de los principios cooperativos.

Eva Bauer, que trabajó como economista en el sector de la vivienda para la federación austríaca de asociaciones de vivienda de beneficio limitado, la Österreichischer Verband gemeinnütziger Bauvereinigungen – Revisionsverband (GBV), también hizo un análisis de la relación entre las cooperativas austríacas y la ACI. Los representantes austríacos no participaron en el Congreso de 1895, pero celebraron la creación de la ACI y el movimiento cooperativo nacional elaboró un informe para dicho acto.

«Al año siguiente, la ACI acogía a 14 representantes de cooperativas austrohúngaras y sus asociaciones en el “Grand Comité” de la ACI y en calidad de presidente de honor», explicó la Sra. Bauer. A finales del siglo XIX, en el Imperio austrohúngaro había unas 4000 cooperativas. Destacaban las cooperativas de ahorro y crédito, 2700, seguidas por las asociaciones de consumidores, las cooperativas agroalimentarias y las cooperativas de vivienda.

La relación entre las cooperativas austríacas y la ACI logró superar distintas adversidades y, actualmente, los principales sectores cooperativos del país, las cooperativas de banca y de vivienda, son miembros de la ACI, ya sea directamente o a través de redes de cooperativas europeas.

«Encontrar soluciones para dar respuesta a los desafíos europeos y mundiales, requiere cooperación internacional», comentó la Sra. Bauer. «Al aprender los unos de los otros no solo aumentan las oportunidades de mejorar el propio rendimiento sino que, además, se crean vínculos entre socios internacionales, lo cual mejora y refuerza el modelo cooperativo como tal. Los próximos años nos depararán muchos más desafíos y es posible que las cooperativas puedan proporcionar soluciones ante estos problemas, en cuanto a las organizaciones y los principios».

Jean-François Draperi, director del Centre d’économie sociale et solidaire du Conservatoire National des Arts et Métiers (CESTES-CNAM) de París, y editor jefe de la revista internacional de economía social RECMA, considera que aquel primer Congreso de la ACI celebrado en Londres marcó el inicio de una era de unificación internacional de los distintos movimientos cooperativos de cada país.

«[Este Congreso] materializó una serie de intentos precedentes, por parte de los movimientos ingleses y franceses, que empezó en 1835», escribió el Sr. Draperi. «El Congreso de Londres no solo es un nacimiento, es también una culminación. El centro del debate radica en la articulación entre dos principales concepciones cooperativas, la que iniciaron los trabajadores y la que iniciaron los consumidores. El Congreso de 1895 marcó la victoria de estos últimos y se hizo eco del éxito económico de las sociedades mayoristas. Los defensores de la teoría de “participacionismo”, la que defiende una posición decisiva para los trabajadores, siguieron luchando por lograr el reconocimiento». 

El Sr. Draperi explicó que tanto en Inglaterra como en Francia, al igual que en la mayoría de países, estas dos corrientes se estaban desarrollando de manera conjunta, pero la relación que mantenían entre ellas variaba entre países.

Los cooperativistas ingleses Edward Vansittart Neale y George Jacob Holyoake asistieron al segundo Congreso de la ACI, celebrado en París en 1896, y expresaron su interés por Le Familistère, un edificio cooperativo para trabajadores situado en Guise, en la región francesa de Picardía. También comentaron que Francia carecía de sociedades cooperativas mayoristas como las que existían en Inglaterra en aquella época.

(left to right) George Jacob Holyoake and Edward Vansittart Neale
(left to right) George Jacob Holyoake and Edward Vansittart Neale

«La REC, que se convirtió en la RECMA, ha seguido profundizando en los caminos que tomaron años atrás Charles Gide, Albert Thomas, Georges Fauquet, Claude Vienney o Henri Desroche, en su afán de entender las soluciones innovadoras de las cooperativas en todos y cada uno de los continentes, y los desafíos a los que deben hacer frente las mayores organizaciones cooperativas», escribió Draperi. «Los lectores de RECMA, procedentes de cincuenta países diferentes, confirman la apertura internacional de la revista. El próximo 2021, la revista RECMA celebrará su centenario, en asociación con la ACI, un año después del 125 aniversario de la ACI».

El principio de «aceptar las diferencias» es una pieza clave para el éxito de la ACI. El Dr. Peter Gleber, director científico del centro de información de historia cooperativa de la fundación sin ánimo de lucro GIZ en Berlín, explicó que a pesar de la postura de escepticismo ante el compromiso que adquirían otros países con una idea de alianza internacional que mantenían los cooperativistas alemanes, estos respaldaron el proyecto

Franz Hermann Schulze-Delitzsch
Franz Hermann Schulze-Delitzsch

«El hecho de que los alemanes participasen en la fundación de la ACI, a pesar de sus reticencias, es una señal importante para el sistema cooperativo internacional», indicó. «En 1895, Schulze-Delitzsch y sus camaradas crearon un sistema cooperativo civil descentralizado que difería de los modelos creados en otras ciudades. No obstante, en Alemania se reconocían y respetaban los principios de los pioneros de Rochdale. Concretamente, el principio democrático “un miembro, un voto” fue el motivo por el que los alemanes decidieron prestar apoyo a la ACI. La legislación alemana sobre cooperativas y la adhesión a una asociación internacional constituían un “seguro de vida” para las cooperativas alemanas en el Imperio alemán, que era un estado autoritario y no democrático. Así pues, “aceptar las diferencias” fue un importante principio fundamental para la ACI. Este principio nos enseña hoy que la solidaridad, a pesar de todas las diferencias, es un valor importante para garantizar la seguridad y la libertad».

Las cooperativas italianas también participaron en el Congreso de la ACI de 1895. El presidente de las cooperativas italianas, Antonio Maffi, llegó a Londres para acompañar a los delegados italianos, encabezados por Luigi Luzzatti, junto con Luigi Bodio y Leone Wollemborg. El movimiento cooperativo italiano ya había intercambiado opiniones con el movimiento cooperativo británico anteriormente. De hecho, Edward Vansittart Neale y George Jacob Holyoake participaron en la fundación de la federación de cooperativas italiana en Milán en 1886. Esta federación pasó a llamarse La Lega (La Liga) en 1893.

En sus inicios, la ACI mantuvo una estrecha relación con el movimiento cooperativo italiano, hasta el auge del fascismo unas décadas más tarde, que interrumpió las relaciones temporalmente. Después de la Segunda Guerra Mundial, la ACI retomó el contacto con el movimiento cooperativo italiano y construyó una relación sólida con los cooperativistas del país. Esta relación culminó con la elección de Ivano Barberini como presidente de la Alianza Cooperativa Internacional en la Asamblea General celebrada en Seúl en 2001.

Mattia Granata, el presidente nacional del centro de estudios de la liga nacional de cooperativas en Roma, y director de la fundación Ivano Barberini de Bolonia, escribió: «[Barberini] fue el primer italiano que ejerció durante dos mandatos consecutivos este cargo, el más prestigioso para un cooperativista. Su presidencia estuvo marcada por un compromiso por la paz y la justicia social, por valores comunes a los distintos movimientos internacionales que, en un momento histórico difícil como el actual, deben mantenerse con más convicción que nunca».

Al igual que los italianos, los representantes del movimiento cooperativo ruso, que participaron en los primeros congresos de la ACI, «mostraban un gran interés por la cooperación internacional». I. F. Zherebyatyev, uno de los líderes del movimiento cooperativo ruso, mantenía una relación personal con sus homólogos ingleses y franceses y estaba al tanto de las actividades de las sociedades cooperativas europeas.

«Los primeros años de colaboración con la ACI fueron productivos y alentadores para el movimiento cooperativo ruso, puesto que la ACI se presentaba como la máxima autoridad a la hora de debatir puntos controvertidos entre la teoría y la práctica y sirvió como plataforma para familiarizarse con el movimiento cooperativo ruso, lo cual permitió a los cooperativistas rusos, representados por Centrosoyuz (miembro de la ACI desde 1903) adquirir experiencia práctica», explicó Alexander Sobolev, profesor del Departamento de Economía de la Russian University of Cooperation en Moscú.

La relación se mantuvo tras la formación de la Unión Soviética y, a partir de mediados del siglo XX, los representantes de Centrosoyuz y del bloque soviético tuvieron un papel fundamental en las actividades y los congresos de la ACI.

El Prof. Sobolev añadió: «El hecho de ser miembro de la ACI permitió a Centrosoyuz ampliar los contactos con cooperativistas de países en vías de desarrollo y mantener una cooperación internacional que beneficiaba a ambas partes. Durante las décadas de 1960 y 1980, el Instituto Cooperativo de Moscú proporcionó acuerdos de prácticas a cientos de cooperativistas procedentes de África, Asia o Latinoamérica. La ACI siempre ha sido necesaria, principalmente para conseguir apoyos en otros países».

Los Estados Unidos también apoyaron a la ACI desde sus inicios. En el Congreso Cooperativo Mundial celebrado en Londres en agosto de 1895 estuvieron representados por tres delegados y cinco visitantes y uno de los miembros del primer Comité Central de la ACI fue un representante estadounidense.

Ann Hoyt, mediadora y profesora emérita de la University of Wisconsin-Madison escribió: «A finales del siglo XIX, muchos cooperativistas estadounidenses habían viajado a Europa para profundizar sus conocimientos sobre las cooperativas en los sectores de la agricultura, la banca, el consumo de bienes y servicios. Establecieron conexiones de comercio internacional y estaban profundamente comprometidos con la creación de empresas comerciales basadas en el respeto mutuo, el control democrático y la justicia social y económica». 

«[Los cooperativistas estadounidenses] vieron la importancia que tenía desarrollar una voz internacional sólida y que protegiese estos valores. La ACI es una plataforma para las cooperativas de todo el mundo, en la que pueden debatirse los puntos comunes y los elementos en los que se basa la identidad cooperativa, sus valores actuales y cómo deben adaptarse los principios cooperativos a lo largo del tiempo. Actualmente existen literalmente cientos de miles de cooperativas estadounidenses cuyas empresas se basan en los principios y valores cooperativos, tal como los protege y los respalda en todo el mundo la ACI».

La Prof.ª Hoyt considera que los logros tangibles en materia de apoyo al desarrollo del comercio económico cooperativo internacional, la educación y los derechos de las mujeres y de los trabajadores por parte de la ACI en cada vez más sectores industriales, ha sido un factor clave para el apoyo estadounidense de la ACI. Otra área importante de trabajo en la que la ACI ha prestado su apoyo incondicional es el papel de las cooperativas en el fomento de la paz. 

«Más allá de las ventajas que pueden tener estos 125 años de colaboración entre las cooperativas estadounidenses y la ACI, la oportunidad de colaborar –a través de la ACI– con cooperativas de todo el mundo para llevar a cabo acciones que fomentan la paz positiva es uno de los valores más fuertes y constituye una de las perspectivas más alentadoras para el futuro», escribió la Prof.ª Hoyt.

Se cree que Argentina también envió representantes al primer Congreso de la ACI. Las primeras cooperativas argentinas se establecieron a finales del siglo XIX. Algunas fuentes indican que a finales del siglo XIX ya existían unas 60 cooperativas en este país. Las ideas cooperativas habían llegado al país de la mano de varios ciudadanos europeos que habían emigrado a Argentina, como el francés Alejo Peyret, el catalán Bartolomé Victory y Suárez y el alemán Germán L’Allemant.

Juan Bautista Justo
Juan Bautista Justo

«Todos ellos mantenían una relación activa con organizaciones y con militantes políticos y sociales europeos. La labor iniciada por estos europeos fue retomada poco después por una generación de jóvenes argentinos, entre los que destaca Juan B. Justo, cuyas contribuciones fueron claves para la definición del socialismo y el desarrollo del movimiento cooperativo», indicó Daniel Plotinsky, director de IDELCOOP Fundación de Educación Cooperativa y del Archivo Histórico del Cooperativismo de Crédito de Argentina.

Juan B. Justo se encontraba en Europa en 1895, pero no consta en ningún lugar que asistiese al Congreso que la ACI celebró ese mismo año. El movimiento argentino mantuvo una estrecha relación con cooperativistas de otros países y, en 1910, El Hogar Obrero, una cooperativa de crédito y de vivienda fundada en 1905, fue la primera organización no europea que se convirtió en miembro de la ACI. Gracias a su estatus de miembro de la ACI, la cooperativa pudo establecer relaciones con otras sociedades cooperativas mayoristas en Inglaterra, España e Italia a partir de 1920. Argentina celebró su propio Congreso Nacional Cooperativo en 1919, con el objetivo de hacer presión para lograr establecer una Ley General de Sociedades Cooperativas. En esta reunión, los cooperativistas argentinos propusieron que se designara el día 21 de diciembre como el Día Internacional de las Cooperativas, en honor al día en que marca el comienzo de las operaciones comerciales de la Sociedad de los Pioneros de Rochdale. La ACI aprobó su propuesta pero cambió la fecha al 6 de septiembre y, más adelante, al primer sábado de julio.

Las cooperativas argentinas siguieron comprometidas con el movimiento internacional, especialmente en debates sobre la neutralidad de las cooperativas. En 1965, presentaron una resolución en la que discutían la neutralidad de las cooperativas, y consideraban que debían estar implicadas en debates políticos para poder mantener su actividad. Según el Sr. Plotynsky, puede que este documento fuese el que llevó a la ACI a realizar distintas revisiones durante los Congresos de Viena y Manchester, en 1966 y 1995 respectivamente.

«Gracias a la participación ininterrumpida y cada vez más importante en la Alianza Cooperativa Internacional, el movimiento cooperativo argentino ha podido mantener vivos los valores y principios iniciales, y ha seguido reflexionando sobre ellos y enriqueciéndolos con el paso de los años», escribió Plotynsky.

Las declaraciones de todos los países que enviaron delegados al primer Congreso de la ACI están disponibles aquí.

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